Ecuador, luchas Campesinas: Sudamérica sin Hambre
Autor: Esteban Daza. Instituto de Estudios Ecuatorianos IEE.
En Ecuador, hace varios años que lxs trabajadorxs agrícolas de Furukawa vienen denunciando el régimen de esclavitud moderna en la producción de abacá; y no hace mucho tiempo, organizaciones de campesinos de la costa cerraban las calles para exigir respeto al precio de sus productos, mientras otros reclamaban por la elevación de los costos de producción.
También se han dado movilizaciones campesinas por la falta de agua, y otras en contra del sometimiento y el control que ejerce “la deuda” sobre sus vidas y parcelas, y, hace pocos días, cientos de campesinos de Palo Quemado resistían a la violencia que utiliza la industria minera para arrebatarles su territorio.
La singularidad de todas estas luchas campesinas en Ecuador y en el resto de Sudamérica, actualmente, nos permiten entender los mecanismos con los que operan la agroindustria y la minería para despojarles de sus tierras, trabajo y vida. En ese sentido, podríamos decir entonces, que el conjunto de luchas que llevan lxs trabajadorxs de la tierra, constituyen un paradigma que vuelve evidente una de las prácticas que define su condición campesina: resistir. La resistencia que se ha vuelto práctica común y que hace parte de su discurso crítico, se ha vuelto el símbolo con el que reafirman, en nuestros días, su existencia en tiempos de disputas con el capitalismo.
Fuente: foto del diario El País
Pero, ¿qué podemos aprender de estas luchas? Creemos que estas luchas al menos nos dejan tres lecciones: la primera está relacionada con la condición campesina de sujeto-productivo; la segunda da cuenta de sus características como sujeto-en-crisis; mientras la tercera, expresa la dimensión de sujeto-en-resistencia.
Primero: el campesinx como sujeto-productivo se constituye a partir de su vínculo con el sector agroalimentario en su conjunto. Es decir, por el nivel de participación campesina en la producción para la agroexportación, la agroindustria y la soberanía alimentaria. En estos subsectores lxs campesinxs representan un número importante de unidades de producción agropecuaria UPAs, por ejemplo, en la producción de bananas representan entre el 60% y 70% del total de UPAs, pero, llegan a representar entre el 80% y 90% en rubros como el maíz duro, café, cacao y arroz.
En términos de creación de empleo, las parcelas campesinas absorben aproximadamente el 70% de todo el empleo rural. Sus dinámicas les permiten absorber gran cantidad de mano de obra en calidad de trabajo familiar y ocasional, que, sin embargo, termina siendo empleo informal por el lugar que ocupan en el proceso de acumulación capitalista.
Segundo: el campesinx como sujeto-en-crisis se define en el ejercicio productivo y cotidiano de la vida en el campo, dominados por el proceso de acumulación capitalista. Es decir, está siendo campesinx en medio de la multiplicidad de relaciones de subordinación a las que se ve sometido o, a las que enfrenta de manera estratégica. Una de esas relaciones tiene que ver con la apropiación del plusvalor (plustrabajo) basado en la explotación de lxs trabajadorxs, estos son los casos de la fuerza de trabajo en la agroindustria. Otro de los mecanismos de subordinación es el relacionado con la renta tecnológica, la misma que opera a partir de la dependencia de insumos, maquinaria o tecnología producida por empresas privadas de países industrializados que obligan al campesinado, por ejemplo, a pagar patentes o regalías.
Fuente: foto del diario El País
Pero también estas relaciones de subordinación se siguen dando a partir de la renta de la tierra, que es una de las fórmulas clásicas de acumulación capitalista y que opera alrededor de toda Sudamérica y Ecuador. Pero también, hay otras formas de subordinación como la desregulación agraria en materia jurídica y de políticas públicas, las mismas que permiten prácticas monopólicas y oligopólicas del mercado, además de la apertura comercial mediante la firma de Tratados de Libre Comercio (TLCs), o la subordinación que se da a partir de la incidencia del mercado global en la determinación del cambio en el uso del suelo.
Estos mecanismos de subordinación citados sumergen a las economías campesinas en una profunda crisis, que, actualmente, no representa una situación momentánea, sino que forma parte de su misma condición de existencia. Las consecuencias de esta crisis llevan a las familias campesinas no solo a estar sumidas en la pobreza, sino que sufren, aunque parezca irónico, de hambre y de todos sus problemas relacionados –malnutrición, desnutrición, etc. –. Podemos advertir aquí, que el hambre es una de las principales consecuencias de los mecanismos de subordinación que definen al campesinado como sujeto-en-crisis. En Ecuador son los sectores campesinos quienes tienen mayor dificultad en acceder a una dieta saludable debido a sus bajos ingresos, y si una de cada tres personas a nivel nacional sufre de inseguridad alimentaria, una buena parte están en zonas rurales de producción agropecuaria.
Tercero: sin duda, el campesinx es campesinx porque sigue existiendo, y, para esto, ha debido ampliar sus estrategias de subsistencia. Nombremos al menos una de estas estrategias campesinas: la agenda de derechos. Actualmente esta agenda es importante debido a que las agriculturas familiares enfrentan escenarios cada vez más violentos. En años recientes hemos visto avances importantes sobre la implementación de una estrategia de defensa y declaración de derechos, por ejemplo, en Colombia el campesinado ha sido reconocido como sujeto de derechos, mientras en Ecuador, recientemente se ha logrado que el Parlamento reconozca la “Declaración de las Naciones Unidades sobre los Derechos Campesinos”, y aunque la aplicación de estos derechos requiere de una institucionalidad agraria especializada que no existe en Ecuador, éste ya es un avance importante.
Fuente: foto del diario El País
En este contexto, actualmente se hacen esfuerzos por tejer una agenda de derechos que vincule, derechos campesinos, derechos de pueblos y nacionalidades y, los derechos de la naturaleza, sin descuidar el derecho humano a la alimentación, todos como mecanismos de reconocimiento y reafirmación de la existencia campesina. Pero no es la única lucha que viene teniendo avances significativos, podríamos nombrar también a la agroecología como práctica científica y política, que promueve un programa agrario integral y sustentable.
Ahora bien, para concluir, lo que nos enseñan las luchas campesinas es a reconocer y entender que la resistencia, es una de las condiciones que posibilitan su existencia como campesinxs. Además, estas luchas nos demuestran porqué han llegado hasta allí, hasta esa situación de crisis permanente donde reinventan sus maneras de existencia. Este 17 de abril día internacional de las luchas campesinas, rememoramos la lucha como forma de resistir al capitalismo, pero también como condición de posibilidad de la misma existencia campesina.
Y es en este sentido, que el OCARU acompaña esta fecha con una serie de materiales que serán presentados a lo largo de estos días. Difundiremos infografías, artículos, boletines y videos reflexivos y comunicativos, que evidencian algunos aspectos de la crisis campesina relacionada con lo agroalimentario, tanto en Ecuador como en Sudamérica, pero también, dichos materiales intentan mostrar las alternativas campesinas y populares para hacerle frente a esta crisis cotidiana.